domingo, 29 de octubre de 2006

Y hoy que lo llevaba...


II Trofeo Distrito del Retiro. 29 de octubre. 10 km


Con la lección bien aprendida de la semana anterior, iba yo desde casa con mi dorsal bien sujeto a la camiseta, listo para correr la segunda carrera de 10 km en apenas una semana, un hecho hasta ahora desconocido para mí.

Con la ventaja del cambio horario de la noche anterior, llegamos a las 9 al Parque de El Retiro. Buen día, buen ambiente, muchos corredores, y un marco incomparable.

Con la lección aprendida iba, sí, pero no esperaba encontrarme con la sorpresa de que no íbamos a disponer de chip, porque los habían robado. Más o menos la mitad de los corredores nos quedamos sin registro oficial. Pero bueno, tampoco le iba a dar importancia al tema.

Ante nosotros el reto de intentar bajar la marca de la semana anterior. A Ana no se le veía muy convencida, y yo estaba dispuesto a correr de manera menos conservadora, pero la incertidumbre por desconocer el recorrido hacía que no las tuviéramos todas con nosotros.


Nos colocamos para salir más adelante de lo que solemos, y a partir de ese momento se notó la diferencia: la comodidad corriendo se notó casi desde el principio. Mucha bajada y subida; avituallamiento a los 5 km y cuesta arriba (me mata un poco) y según iban pasando los kilómetros, veía que podía bajar mi marca y acercarme a los 40'. Entonces llegó la parte final, y ahí mi derroche inicial me pasó factura en las dos últimas cuestas, donde sólo me pude mantener y ver cómo otros corredores que seguramente habían corrido de forma más conservadora me iban adelantando con facilidad. No obstante al entrar de nuevo en el parque aún me encontré con fuerzas para esprintar y ver con sorpresa la mejoría en mi marca, parando el cronómetro en los 40'51" 'oficiosos' (10 segundos menos según mi cronómetro).
Ana también bajó su registro, así que nos fuimos contentos a disfrutar del sol del otoño madrileño. A veces no basta con acordarse de llevar el dorsal...

viernes, 27 de octubre de 2006

Nunca olvides el dorsal


Carrera del CSIC. 22 de octubre. 10 km


“No te olvides la toalla cuando vayas a la playa” dice la letra de una canción veraniega. Trasladada al mundo del corredor popular, por mi experiencia de hace unos días en la carrera del CSIC, habría que decir “no te olvides el dorsal si quieres participar”.

Nos levantamos prontito, porque la carrera comenzaba a las 9, había que bajar a Madrid, aparcar, recoger el chip... Llegamos con tiempo de sobra, y justo en el momento de aparcar sentí cierta angustia al darme cuenta de que se mascaba la tragedia: mi dorsal se había quedado en casa. Por supuesto no había tiempo de volver a por él, así que me tuve que hacer a la idea de que seguramente correría sin chip y habría regalado los 10€ de la inscripción. Nos dirigimos al punto de recogida y afortunadamente dimos con una chiquita que me entregó el chip una vez comprobada mi identidad, porque al menos el DNI sí que lo llevaba.

Aunque amenazaba tiempo desapacible, hay que decir que durante toda la carrera el cielo se portó, reteniendo la lluvia para más tarde, y la temperatura fue más que agradable para ser otoño. Eso facilitó la carrera, que discurrió con tranquilidad por calles de Madrid que habitualmente están repletas de coches (Serrano, Paseo de la Castellana, Alberto Alcocer, etc) Hay que decir que el recorrido estaba bastante bien porque no había que callejear mucho y las pendientes no eran excesivas, que es algo que se agradece. A pesar de ser más de 5000 corredores, más o menos a partir del kilómetro 3 se pudo correr sin necesidad de ir haciendo eslálom. Corrí de manera conservadora, y me dispuse a entrar en meta esprintando moderadamente.

Pero hete aquí que cuando me faltaban apenas 30 metros para alcanzar la línea de llegada, ya dentro del colegio Ramiro de Maetzu, una persona de la organización que estaba encargada de comprobar que los corredores llevaban el dorsal, reparó en mi olvido. “¿Dorsal?”.“Se me ha olvidado”.“No puedes pasar, tienes que salirte por aquí (a la izquierda)”.“¡Llevo el chip!” “Da igual, tienes que salir” Entonces se giró para seguir con su tarea y yo, en un gesto que para nada me honra y que prometo solemnemente no volver a repetir (aquí queda escrito), seguí corriendo hasta llegar a la meta. Quería que por lo menos quedara constancia de mi tiempo, aunque supiera que seguramente estaba incumpliendo el reglamento (lo cual comprobé en casa releyéndolo).

Poco me importaba si me daban la bolsa del corredor o no. Tan solo quería conocer mi registro oficial (45’03”, 43’56” real). Al final todo salió bien, y como el chip se lo tuve que entregar a la misma chica que me lo había dado, no hubo problema.

Salí de allí con mi cansancio, mi bolsa de corredor, y el recordatorio grabado a fuego en la cabeza para carreras venideras: “no te olvides el dorsal si quieres participar”

domingo, 15 de octubre de 2006

El calor de la tierra


Villanueva del Pardillo. 13 de octubre

Mi plan de entrenamiento dice que hoy tengo que salir a correr una horita. Y eso es lo que hago.

Aprovecho para recorrer el recién descubierto camino parte de la carrera popular. Es la última hora de la tarde, el sol está bastante bajo, y mientras recorro uno de los muchos caminos del Canal de Isabel II que atraviesan los terrenos del pueblo descubro con sorpresa los contrastes de temperatura tan bestiales que se producen en tan solo unos metros.

No, no estoy exagerando si digo que en solo unos pocos metros puede haber diferencias de cinco o seis o siete grados. Zonas de temperatura agradable dan paso a otras donde se puede decir que hace frío de verdad. Es como si la tierra engullera todo el calor que durante el resto del día le había regalado el sol y sólo dejara frío y humedad. Supongo que el desierto es algo parecido.

Qué bueno poder sentir en estos contrastes el calor (y el frío) de la tierra.

sábado, 14 de octubre de 2006

En mi pueblo


Carrera Popular de Villanueva del Pardillo. 7 de octubre. 7'3 km

7 de octubre. 10:30 a.m.
Llevamos viviendo en este pueblo apenas año y medio, y hace unas semanas me enteré que teníamos carrera popular. ¡Qué alegría poder participar en una carrera que discurre por lugares por los que suelo salir a correr!
El día, excepcional. Para la época del año en la que estamos, se puede decir que hace calor. Mucha gente (unos 200 corredores) y, para mi sorpresa, ninguna cara conocida. Bueno, alguna sí, pero no del pueblo, sino de alguna carrera anterior.
Lo primero, recoger el dorsal en el polideportivo. Vemos el recorrido y al principio asusta un poco el perfil ¿Por dónde nos llevarán? Ana, más experta en estos temas, me tranquiliza diciendo que el desnivel es más bien pequeño.

Calentamiento, instrucciones, buen ambiente y salida, sin disparo. Buenas sensaciones, y para empezar, la parte desconocida del recorrido. Es un camino de tierra en buen estado. Habrá que visitarlo cuando entrene o coja la bici.

Sigo el ritmo, con cierta sensación de cansancio hacia la mitad de la carrera; pero bueno, ya estoy acostumbrado. A falta de unos 3 km comenzó mi "pique" (por mi parte no lo fue) con un chaval que viste el uniforme del MAPOMA. Primero le paso yo, después se recupera y me adelanta. Vamos juntos un rato, e incluso intercambiamos impresiones sobre el repecho que nos habían anunciado antes de salir, y que no es tan duro como se esperaba. A falta de menos de un kilómetro decido tirar aunque voy justito de fuerzas, pero ni él ni otro corredor que casi nos alcanza me siguen. Sé que si lo hubieran hecho, el que no habría aguantado habría sido yo.

Ana llega contenta, como siempre, sólo unos minutos después. No hubo medición de tiempos, aunque sí que nos llevamos una medalla conmemorativa. El buen ambiente continuó con las carreras de los chavales, hasta que la inesperada picadura de una avispa me obligaron a volver a casa. Suerte que vivo cerca :o) El año que viene, repetimos.