miércoles, 9 de enero de 2013

Maratón de Valencia (I)


Aquí estoy, tal y como adelantaba en la zancada anterior, dispuesto a contar mi experiencia en mi segundo maratón, y anticipo que la siguiente -zancada, no maratón- estará dedicada a lo que esta carrera me ha dejado en forma de lesión. 

Bueno, vamos allá. 

18 de noviembre. Maratón Divina Pastora de Valencia.

Como ya conté, el objetivo de este maratón era acompañar a mi amigo César en su debut en la distancia. Mi dilatada experiencia en maratones así lo indicaba... :-) (menudo maestro de ceremonias)

Llegamos por separado. Yo opté por pasar 2 noches en Valencia, llegando el viernes por la noche, y así evitar el cansancio del viaje justo el día antes, además de los nervios e imprevistos que pudieran surgir a última hora. Creo que acertamos. Me acompañaban en esta ocasión el 66% de la familia, Andrea y Ana; a Jorge le dejamos por una cuestión logísitica (creo que también fue un acierto). 

El alojamiento fue en el Holiday Inn Valencia, muy cercano a la Ciudad de las Artes y las Ciencias, punto neurálgico central del maratón. Estuvimos a gusto y cumplió las expectativas, que no es poco. El único pero, el tamaño del restaurante... 

Tras descansar razonablemente bien y desayunar, nos dirigimos a la Feria del Corredor a retirar dorsal y camiseta. Bastante ambiente, pero nada agobiante. Buena organización y apenas tuve que esperar en la recogida. 
La pasarela de llegada con el arco de meta al fondo
Después de dar un paseo por la zona, el paella party nos ayudó a resolver el dilema de dónde comer. Paella, pan, bebida y fruta incluida en la bolsa del corredor, y por 5 euros más comimos los 3. 

Paella party
Volvimos al hotel previo paso por el parque Gulliver, una delicia para los niños (y también para los padres, por qué no) ...
Una buena siesta reparadora y vuelta a la Ciudad de las Artes, donde para entonces ya se encontraban César y su familia. Pasamos un rato por la zona mientras anochecía, y nos volvimos cada cual a su alojamiento para cenar e intentar descansar lo más posible.

Cenamos junto al hotel, en una pizzería que en pocos minutos pasó de casi vacía a tener una cola de espera considerable. Lluvia de vuelta al hotel, preparar todo para el día siguiente, y a intentar dormir lo más posible...

Lluvia durante la noche. No puedo decir que descansara mal, pero estaba claro que como un tronco no iba a descansar. Me levanté antes que mis chicas para poder desayunar con tiempo. Habían habilitado otra sala que alivió el previsible apelotonamiento de maratonianos ávidos de recargar las reservas para lo que nos esperaba sólo un par de horas más tarde.

Todo listo. Habíamos quedado con César y su familia en la zona de salida unos 40 minutos antes de la misma, pero tal y como estaba previsto, ni unos ni otros llegamos tan pronto. Una vueltecilla para soltar, paso por el aseo para ir lo más descargados posible, y a la zona de salida.
Contentos antes de los 42km...
Ahora que viene lo duro, ¡¡cambio de zancada!! ;-)