miércoles, 25 de julio de 2007

Reunión de Atletas (I)

Meeting de Madrid. Estadio de Vallehermoso. 21 de julio.

Como es bien sabido, llevo poco tiempo metido en esto del atletismo; no sé si alguna vez tuve oportunidad de asistir a alguna reunión (también llamada meeting) cuando aún estaba en el colegio, pero el caso es que hasta este pasado sábado nunca había ido a una.

Así que esta era la primera vez, y por partida doble: primera reunión de atletismo, y primera visita al estadio de Vallehermoso. Siempre había oído hablar de este mítico recinto atlético de la capital, y hasta había pasado por delante en alguna ocasión, cayendo en la cuenta de dónde se encontraba, pero nunca había entrado a verlo.

Esta reunión era la despedida oficial del estadio tal y como se conoce ahora. En septiembre será demolido, y cual ave fénix, de sus cenizas -o escombros- surgirán unas nuevas instalaciones, más acordes con los tiempos actuales y el proyecto olímpico en el que, de nuevo, se ha embarcado la ciudad de Madrid.

Tengo que decir que en mi estreno no estuve solo. El club puso a disposición de los que quisiéramos un autobús, y allá que fuimos unos cuantos atletas, incluidos nuestros dos presidentes, el oficial (Antonio) y el de honor (Chema). Buen ambiente, un café o refresco al bajar, y de ahí directos al estadio.

Había ambiente, sí, pero a la hora que llegamos (alrededor de las 6) tampoco se notaba demasiado. Ya había corredores populares compitiendo en las distintas pruebas organizadas a modo de aperitivo. Nos fuimos a la sombra de una de las curvas para poder aguantar bien las horas que nos esperaban.

Incluso un compañero del club, Iñaki, compitió en los 1500 m. Contaba después lo bonito de la experiencia, calentando cerca de auténticas figuras del atletismo tanto nacional como internacional, viviendo el ambiente de la competición profesional, aunque fuera a cierta distancia... qué envidia.

Las primeras competiciones fueron triple salto masculino y jabalina femenina. Los saltadores nos pillaban un poco más lejos, e ir a verlos a la contrarrecta suponía una más que probable insolación, a pesar de la gorra. Así que, aunque algunos valientes sí se fueron, yo me quedé viendo a las lanzadoras ¡Menuda planta! Me resultó muy curiosa la manera en que preparan la competición, la forma de hacer sus señales en el suelo, marcando su territorio... todo un ritual. Pero aún no había visto nada.

Mientras llegaba el turno de los lanzadores de peso, las competiciones de populares daban paso a otras ya más profesionales, aunque de categoría B. Para mí, sean A, B, C o lo que sea, están a años luz. Son auténticos atletas.

Podría seguir contando cosas acerca de otras carreras que vi, pero me voy a quedar con la competición que viví más de cerca: el salto de altura femenino. Aunque eso será en la próxima zancada.

viernes, 20 de julio de 2007

Ayudando...

Son muchos los días de entrenamiento, al menos en las últimas semanas, en las que tras el calentamiento inicial y los ejercicios de técnica de carrera, Héctor nos divide en grupos para que ayudemos a una determinada persona que está preparando tal o cual competición o campeonato.

Creo que ya decía en una zancada anterior que lo de ayudar es relativo; depende de a quién te toque ayudar y de qué manera. Cuando son Iñaki o Fernando, la cosa es complicada y no sé hasta qué punto ayudamos.

Esta semana le tocó el turno a María, que está preparándose para intentar bajar de 4 horas en el próximo campeonato mundial de maratón para veteranos que se disputará en Italia el próximo mes de septiembre.

El jueves de la semana pasada nos tocó echarle una mano con una serie de dos tres miles. Pedro, que aún anda calibrando su nuevo juguete -una especie de sensor que se coloca en el pie y se comunica con el pulsómetro- se encargó de llevarnos al ritmo que nos indicó Héctor. El problema fue que el ritmo no era el adecuado para María, y el primer tres mil lo acabó bastante mal, y echando pestes por la boca. En el segundo bajamos el ritmo, y se hizo mucho más llevadero. (el primero a 4'20" y el segundo a 4'50"-5'00")

El martes no nos tocó ayudar a nadie, y nos dedicamos a hacer dos bloques de 400, 300 y 200, con un minuto de recuperación entre serie y serie. Son distancias cortas, sí, pero se hace duro, la verdad. Miguel Ángel, que volvía con muchas ganas después de sus vacaciones, y un par de chavales que derrochan energía por su juventud marcaron diferencias.

Ayer jueves volvimos a la carga con María, esta vez con una serie de tres dos miles. Yo me declaro bastante inútil para marcar un ritmo constante, así que menos mal que estaban Miguel Ángel al principio, y Bryan al final para tirar de María. Yo me mantuve a su lado las dos primeras repeticiones; en la tercera dijo que prefería que fuera delante, así que hice de enganche entre Bryan y ella. Se hizo un poco duro lo de correr con el olorcillo de la barbacoa que estaban preparando justo a la salida de la pista. No es justo :o)

Se hace lo que se puede, y si sirve de ayuda para que consigan su objetivo, doy por buenos los entrenamientos.

Otras formas de entrenar


Porque no sólo de carrera a pie vive el corredor, durante dos fines de semana consecutivos me fui un día cada vez con Ana a su territorio, esto es, a la montaña.

Primero hicimos una marcha a pie desde La Barranca hasta La Maliciosa, bajando luego por un camino distinto (soy malo para los nombres, lo siento). La ascensión no daba muchos respiros; me pregunto cómo pueden recorrer esos caminos los corredores de montaña. Por norma general soy bastante perezoso para este tipo de marchas, pero hay que reconocer que cuando llegas arriba, merece la pena lo que se ve.

Curiosamente, cuando llegamos a Maliciosa a la hora y tres cuartos de haber salido, nos juntamos con bastante gente, como si hubiéramos quedado en ese punto a esa hora.

Luego el descenso fue agradable, aunque ya se dejaba notar el calor. Y quitando mi mala suerte con el coche, la verdad es que fue una excursión bonita.

El fin de semana siguiente nos fuimos a La Pedriza con las bicis, a hacer el camino conocido como "Las zetas". Aproximadamente 29 km, de los cuales alrededor de 11 eran de subida, tampoco demasiado pronunciada. A pesar de ser pronto y no hacer excesivo calor, las moscas nos estuvieron dando la tabarra durante todo el ascenso. Cuando llegamos al punto más alto del recorrido (mirador de ... otro nombre que he olvidado) descubrí con sorpresa que Maliciosa estaba realmente cerca.


El descenso para mí suele ser lo más duro. Reconozco que bajo con miedo; las caídas que he tenido hasta ahora me condicionan, lo sé. Esta vez parecía que me iba a librar, pero prácticamente en la última curva -tiene bemoles la cosa- me encontré con una curva con demasiadas piedras sueltas y caí con todo el equipo, como suele decirse, aunque mejor sería decir que caí con todo el costado derecho. El golpe en la cadera fue bastante doloroso, sobre todo los días siguientes; pero podría haber sido peor.

En definitiva, dos actividades que ayudan a que la carrera a pie no se vuelva rutinaria. No está mal variar de vez en cuando.