martes, 1 de septiembre de 2009

Vaya regreso...

27 de agosto. Carrera Popular de Cerceda. Madrid

Como ya decía en la zancada anterior, tras el mes de reposo tocaba volver a correr. Nacho ya me habló el año pasado de la carrera de Cerceda, y me pareció buena idea ir con él este año y retomar las carreras haciendo un rodaje largo de montaña. En qué hora...

Nacho finalmente no pudo venir, así que me quedé solo ante el peligro. Tras un rodeo no previsto pasando por Navacerrada, llegué a Cerceda con tiempo de sobra para recoger y pagar el dorsal. Mucho calor y algo de ambiente.

El primer contratiempo, nada más recoger el dorsal. Un apretón de los fuertes, y a desalojar en el baño que había justo detrás de donde se hacía la inscripción. No entraré en detalles, pero vi la cosa malita, acrecentándose así la sensación de "¿qué estoy haciendo aquí?"que ya tenía desde hacía unos cuanto minutos.

Volviendo al coche para dejar las cosas me encontré con mi primo Carlos, al que hacía lo menos 15 años que no veía. Está en el club "Tierra Trágame" y me uní a él y a la gente con la que se fue juntando.

Salida bastante puntual, a las 7 de la tarde. Mi intención era ir a una media de 5'/km, que en principio pensé que estaría bien. Los primeros kilómetros, casi todo por asfalto y pisando los núcleos urbanos fueron más o menos al ritmo esperado; iba cómodo.

Cuando ya nos adentramos en la zona de campo a los pies de la sierra madrileña, y la cosa empezó a tirar para arriba, yo me fui adelantando, pensando que iba bien. Ya habíamos pasado el primer avituallamiento en el km 3,5 y hasta el 7 (eso pensaba yo) no tocaba el siguiente. Ambiente seco y polvo en el camino, pero con bastante ánimo.

El esperado avituallamiento llegó casi en el 8, donde ya comenzaba el descenso. Al poco comencé a notar molestias en la parte externa de la rodilla izquierda y tuve que bajar el ritmo, dejando que un corredor al que seguía a buen ritmo se fuera sin remedio. En el camino pude ver al ilustre Pablo Vega que se había quedado en la cuneta afectado por un golpe de calor.

Si en la subida había ido adelantando a unos cuantos, en los últimos kilómetros fui yo uno de esos cadáveres que van recogiendo los más prudentes. Cuando la rodilla izquierda parecía haberse recuperado, empezó a molestar la derecha, así que entre eso y que mis piernas ya acusaban el mes de inactividad, tuve que bajar aún más el ritmo. A poco menos de un kilómetro para meta me cogió mi primo, que a pesar de superar ya los 50 años se ve que sabe mucho de esto, y gracias a él pude llegar más o menos dignamente a la meta, donde nos obsequiaron con unos calcetines (mal la talla, pero le valen a Ana) una camiseta técnica, algo de bebida y fruta cortada que entraba de maravilla.

De las agujetas que me han durado más o menos cuatro días no digo nada.

Mi carrera según el Garmin

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