viernes, 27 de octubre de 2006

Nunca olvides el dorsal


Carrera del CSIC. 22 de octubre. 10 km


“No te olvides la toalla cuando vayas a la playa” dice la letra de una canción veraniega. Trasladada al mundo del corredor popular, por mi experiencia de hace unos días en la carrera del CSIC, habría que decir “no te olvides el dorsal si quieres participar”.

Nos levantamos prontito, porque la carrera comenzaba a las 9, había que bajar a Madrid, aparcar, recoger el chip... Llegamos con tiempo de sobra, y justo en el momento de aparcar sentí cierta angustia al darme cuenta de que se mascaba la tragedia: mi dorsal se había quedado en casa. Por supuesto no había tiempo de volver a por él, así que me tuve que hacer a la idea de que seguramente correría sin chip y habría regalado los 10€ de la inscripción. Nos dirigimos al punto de recogida y afortunadamente dimos con una chiquita que me entregó el chip una vez comprobada mi identidad, porque al menos el DNI sí que lo llevaba.

Aunque amenazaba tiempo desapacible, hay que decir que durante toda la carrera el cielo se portó, reteniendo la lluvia para más tarde, y la temperatura fue más que agradable para ser otoño. Eso facilitó la carrera, que discurrió con tranquilidad por calles de Madrid que habitualmente están repletas de coches (Serrano, Paseo de la Castellana, Alberto Alcocer, etc) Hay que decir que el recorrido estaba bastante bien porque no había que callejear mucho y las pendientes no eran excesivas, que es algo que se agradece. A pesar de ser más de 5000 corredores, más o menos a partir del kilómetro 3 se pudo correr sin necesidad de ir haciendo eslálom. Corrí de manera conservadora, y me dispuse a entrar en meta esprintando moderadamente.

Pero hete aquí que cuando me faltaban apenas 30 metros para alcanzar la línea de llegada, ya dentro del colegio Ramiro de Maetzu, una persona de la organización que estaba encargada de comprobar que los corredores llevaban el dorsal, reparó en mi olvido. “¿Dorsal?”.“Se me ha olvidado”.“No puedes pasar, tienes que salirte por aquí (a la izquierda)”.“¡Llevo el chip!” “Da igual, tienes que salir” Entonces se giró para seguir con su tarea y yo, en un gesto que para nada me honra y que prometo solemnemente no volver a repetir (aquí queda escrito), seguí corriendo hasta llegar a la meta. Quería que por lo menos quedara constancia de mi tiempo, aunque supiera que seguramente estaba incumpliendo el reglamento (lo cual comprobé en casa releyéndolo).

Poco me importaba si me daban la bolsa del corredor o no. Tan solo quería conocer mi registro oficial (45’03”, 43’56” real). Al final todo salió bien, y como el chip se lo tuve que entregar a la misma chica que me lo había dado, no hubo problema.

Salí de allí con mi cansancio, mi bolsa de corredor, y el recordatorio grabado a fuego en la cabeza para carreras venideras: “no te olvides el dorsal si quieres participar”

No hay comentarios: