martes, 2 de septiembre de 2008

Bien... a medias

15 de junio. XXII Trofeo San Antonio de la Florida. Madrid.

Un año después volvía a correr por segunda vez esta carrera de 10 km con el objetivo de mejorar la marca y demostrar que en este año había hecho progresos.

El día comenzó en lo meteorológico algo mejor que la edición anterior; aunque el cielo estaba bastante nublado y durante el camino cayeron algunas gotas, no parecía que nos fuéramos a encontrar con el chaparrón que el año pasado nos dejó calados hasta los huesos.

Antes de salir ya nos encontramos con la primera baja inesperada, la de Javier. Sus problemas de espalda le hicieron optar por quedarse en casa; una lástima, porque me apetecía hacer la carrera con él.

De esta forma sólo quedábamos José Luis y yo, con Ana ocupándose del tema logístico. Después de recoger nuestro dorsal y chip, y antes de la salida nos encontramos con Miguel Ángel (Maciá) y mientras yo esperaba a Ana ellos se fueron a calentar. Entre unas cosas y otras, nos reagrupamos un poco tarde, y yo apenas pude trotar un poco para calentar.


Junto con José Luis intenté colocarme lo más delante posible, aunque al final poco pudimos hacer.

La salida estuvo bien; iba tranquilo y procuré no cambiar de ritmo bruscamente. El hecho de recordar el circuito del año pasado ayudaba a regular fuerzas. El paso por el kilómetro 1 fue quizá demasiado bueno (4'12"). Intenté mantener mi ritmo, dejando pasar a unos, y pasando a otros, según el caso.


En los primeros kilómetros mantuve más o menos ese ritmo (por debajo de 4'15") y afronté la primera subida a la temible cuesta desde el Puente de los Franceses hasta el Paseo Camoens. Seguí con mi mentalidad conservadora, aunque a toro pasado quizá no lo fue tanto. Al final de la cuesta esperaba Ana dando ánimos. Aún faltaba la segunda vuelta.

Durante la primera había ido fijándome más o menos en cada tramo para regular fuerzas durante la segunda, pero una cosa es la cabeza y los planteamientos, y otra distinta son las sensaciones y, sobre todo, las piernas. Y éstas últimas decían que no, que hoy no era el día para hacer derroches. Toda la segunda vuelta fue un quiero y no puedo, una sensación de "me paro aquí mismo" y un ir bajando el ritmo a cada paso.

Antes de terminar la segunda subida empezó a salir el sol, y la verdad es que ya era lo que me faltaba, más calor. La contrarrecta de meta me recordó mucho a la del año anterior, salvo por la lluvia: yo medio hundido, deseando llegar a la fuente para girar y afrontar los últimos metros. Cuando pensaba en el típico sprint del final, la cabeza sólo me daba para pensar en 50 metros más o menos.

Pero al girar en la fuente empecé a apretar con el objetivo de bajar de 44'. Fui adelantando a unos cuantos corredores -como el año pasado- y terminé en el puesto 249 con un tiempo de 43'41", lo que supone más de un minuto por debajo del tiempo marcado el año pasado y 23 puestos por delante, que teniendo en cuenta que este año el número de llegados (1222) superó en casi 300 a la cifra del año anterior, no puede considerarse como un mal resultado, aunque tengo que reconocer que esperaba hacer mejor marca.

Pero buscando motivos, que no excusas, es fácil explicar lo sucedido: barbacoa el día anterior, pocos kilómetros rodados en las últimas semanas, donación de sangre sólo 4 días antes, y ausencia de algún compañero con el que mantenerse mutuamente el ritmo durante la carrera. Todo cuenta. Todo suma (y resta).

El domingo que viene, Cross Alpino. Se vislumbra mucha dignidad...

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