jueves, 30 de agosto de 2007

Osaka (I)


Y por fin llegaron los mundiales de Osaka. La pena es que tengan que solaparse con el comienzo de la liga de fútbol, lo que hace que la atención prestada por los medios sea, si cabe, aún menor.

En la primera jornada me quedé levantado hasta tarde, esperando al final del maratón, a ver si alguno de nuestros representantes (fundamentalmente Julio Rey) nos daban la primera alegría con alguna medalla o, al menos un buen resultado. No empezó con buen pie la cosa, aunque el décimo puesto de Chema Martínez (qué bien me cae ese tío) es digno de mención. A partir de ahora sólo se va a dedicar al maratón. Mucha suerte, Chema. Julio Rey abandonó, y José Ríos, que al parecer apuntaba alto durante la primera mitad de la carrera, terminó en el 17º puesto.

La noche siguiente, la misma historia. Esta vez, esperando a uno de los seguros del equipo: Paquillo Fernández. No pudo con el ecuatoriano Jefferson Pérez, pero sí sacó fuerzas en la última recta para lograr la medalla de plata al superar al hasta entonces segundo clasificado. Me acosté con amargura al saber que le habían descalificado, aunque no se sabía muy bien por qué; lo asumió como pudo, aguantando el tipo frente al micro. Afortunadamente, el recurso prosperó, como no podía ser de otra forma, y unas horas después pudo colgarse al cuello su merecida medalla. ¡Bravo, Paquillo!

Seguro que mucha gente se cabreó con él cuando supo que le habían descalificado. "Tendrías que haber asegurado la plata; por avaricia, te quedas sin nada". Y es que somos muy listos. Correr parece tan fácil... eso lo hace cualquiera. Sí, cualquiera. Que me lo digan a mí, que en 10km corriendo hago peor tiempo que Paquillo marchando. Estoy seguro de que si él no lo hubiera visto claro, no habría hecho ese esfuerzo final, que quedar 3º del mundo no es ninguna tontería.

Pero es que en este país somos así. Sólo vale el resultado. Si gana medalla, qué buenos somos todos; si queda por detrás, aunque sea en posición de finalista, es poco menos que una mierda, con perdón. ¿Realmente nos damos cuenta del mérito que tiene estar entre los mejores del mundo? No, sólo nos vale enfundarnos la roja para animar al equipo de fútbol, que lo más que consigue es quedar entre el 5º y el 8º, siempre, pero eso no nos importa. Dudo que esto cambie alguna vez. Es poco probable que en este campeonato consigamos un oro, pero aunque así fuera, cualquier noticia futbolística relegaría semejante éxito a un segundo plano.


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